Hace ya bastantes años que el método Pilates goza de fama en nuestro país como modalidad de ejercicio físico orientado a la salud, como método de entrenamiento para deportistas y como herramienta en la rehabilitación, principalmente en patologías del aparato músculo-esquelético. Asimismo, los principios del método Pilates (respiración, concentración, centralización, control, fluidez y precisión) resultan de gran utilidad en la realización de ejercicio físico entre la población adulta mayor (>65 años), que en los países occidentales representa cada vez un mayor segmento poblacional. Este paulatino envejecimiento de la población trae consigo una mayor incidencia y prevalencia de distintas enfermedades, entre las que emergen las neurodegenerativas, como el Alzheimer, la Esclerosis Múltiple o el Parkinson.
El Parkinson es la segunda enfermedad neurodegenerativa más frecuente a nivel mundial, sólo por detrás del Alzheimer, y pertenece a lo que se conoce como “Trastornos del Movimiento”. Debe su nombre al doctor inglés James Parkinson, que la describió por primera vez en su obra de 1817 An essay on the shaking palsy (Un ensayo sobre la parálisis agitante). Esta enfermedad se caracteriza por una pérdida de neuronas en una zona del cerebro llamada sustancia negra, encargadas de producir dopamina; cuando falla la producción de este neurotransmisor aparecen alteraciones en el control del movimiento, lo que se traduce en temblores o rigidez. En el momento en el que aparecen los primeros síntomas de la EP se han perdido, aproximadamente, entre el 50 y el 60% de esas neuronas.
Recientemente, y como Trabajo de Fin del Máster en Innovación e Investigación en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, hemos llevado a cabo un estudio de caso para valorar los efectos que un programa de ejercicio físico basado en el método Pilates podría tener en un hombre de 71 años con Parkinson en estadio 2 de la Escala de Hoehn y Yahr (ver Figura 1) y físicamente activo. La intervención consistió en la realización de 3 sesiones semanales de 60 minutos a lo largo de 6 semanas, empleando el Reformer-Torre, así como diversos implementos como bandas elásticas, Magic Circle, foam roller, tonning balls, pelota suiza o soft balls. De entre las distintas variables que podemos considerar importantes en un sujeto de estas características, escogimos la fuerza de sus extremidades, el equilibrio y la movilidad, la flexibilidad isquiosural, la movilidad de los hombros y la calidad de vida por su influencia directa en la realización de las Actividades de la Vida Diaria y, por tanto, en la autonomía de los adultos mayores.
La pérdida de masa muscular (sarcopenia), de fuerza (dinapenia) y/o de ambas (sarcodinapenia) con el paso de los años constituye uno de los grandes problemas de salud actualmente en los países “desarrollados”, junto con los ya conocidos, como la diabetes, la hipertensión arterial y las enfermedades cardiovasculares, provocadas en gran medida por el triunvirato sobrepeso-obesidad-sedentarismo. De hecho, existe una creciente evidencia científica que atribuye a una buena salud muscular (unos niveles adecuados de fuerza y masa muscular) una importancia como marcador de salud a la altura de otros ya conocidos, como una buena capacidad cardiorrespiratoria, un peso adecuado en relación al sexo y la edad (normopeso), bajos niveles de estrés o una adecuada higiene en el sueño. Por su parte, tener un buen equilibrio supone un menor riesgo y número de caídas (en los mayores de 65 años suponen un importante problema de salud, pudiendo desencadenar lo que se denomina “cascada de la fragilidad”), un menor miedo a ellas (mayor autoconfianza) y un mejor desempeño en las Actividades de la Vida Diaria. Del mismo modo, poseer una buena movilidad (capacidad de desplazarse en la vivienda y fuera de ella) permite a los adultos mayores mantener sus niveles de independencia. En cuanto a la flexibilidad isquiosural y la movilidad de los hombros, las elegimos por su influencia directa en la realización de determinadas Actividades Básicas de la Vida Diaria. En el caso de la primera, para calzarse/descalzarse, agacharse para coger algún objeto o realizar alguna tarea y para mejorar la biomecánica de la región lumbopélvica, ya que tener unos isquiosurales “acortados” suele hacer que la pelvis se sitúe en retroversión, lo que a su vez puede afectar a la columna lumbar, y más en el caso de nuestro sujeto de estudio, operado de una discectomía lumbar L4-L5. En el caso de la movilidad de los hombros, para alcanzar objetos en altura, asearse y vestirse (especialmente para determinadas prendas, como camisas, jerseys, chaquetas, etc.). Finalmente, seleccionamos la Calidad de Vida como medida primaria de resultado, por ser una variable que engloba estas situaciones junto con otras (dimensión psicológica, social, afectiva, etc.).
Para medir estas variables realizamos 6 pruebas (5 físicas, que forman parte del Senior Fitness Test, y un cuestionario autoadministrado) validadas en el ámbito científico, que cumplen los requisitos de validez (la prueba mide la variable que queremos medir) y fiabilidad (la prueba mide con precisión la variable que queremos medir). Éstas fueron:
- Arm Curl Test (ACT), para medir la fuerza de los flexores del codo
- 30” Sit to Stand Test (30SCS), para medir la resistencia muscular de los miembros inferiores
- Chair Sit & Reach (CSR), para medir la flexibilidad de la musculatura isquiosural
- Back Scratch Test, para medir la movilidad de los hombros
- Timed Up and Go Test (TUG), para medir el equilibrio y la movilidad funcional
- Parkinson’s Disease Questionnaire 39 Items (PDQ-39), para mediar la Calidad de Vida
Para ello, realizamos una selección individualizada de los ejercicios (ver tabla 1) en base a las características, capacidad y nivel del sujeto e incorporamos determinados elementos que tienen efectos positivos en la función cognitiva, como la imaginería visual (no confundir con imaginería motora, que también aporta beneficios), distintos tipos de feedback o la estimulación cognitiva mediante situaciones de doble tarea, tanto motriz/motriz como motriz/cognitiva. El objetivo de esta estimulación cognitiva es el de favorecer la neurogénesis (creación de nuevas neuronas), sinaptogénesis (creación de nuevas conexiones entre las neuronas), axogénesis (creación de nuevas terminaciones neuronales) y la neuroplasticidad (capacidad de las neuronas para modificar su estructura y/o función en respuesta a determinadas necesidades/estímulos/situaciones) en el hipocampo. Este “recableado” neuronal hipocampal logra mejoras en cuanto al control motor, el aprendizaje, la memoria y la función ejecutiva. Dado que la evidencia científica ha demostrado que estos procesos neuronales pueden darse a cualquier edad, en contra de lo que se pensaba hace unos años, nuestro objetivo con la estimulación cognitiva fue frenar el ritmo de pérdida de neuronas. Dicho en otras palabras: las neuronas que la persona va a perder no las va a poder recuperar, pero lo que sí podemos hacer es favorecer la condiciones para que fabrique nuevas neuronas y que, además, mejoren su funcionamiento y conectividad y, por tanto, la transmisión de información entre ellas. Pongamos un ejemplo: si una persona pierde 1.000 neuronas/día y no hace nada por evitarlo, al cabo de un mes habrá perdido, aproximadamente, 30.000 neuronas. Esas 30.000 no las va a recuperar, pero si hemos realizado un trabajo de estimulación cognitiva (ya sean Sudokus, tocar un instrumento musical, leer, realizar trabajos de motricidad fina, ejercicios de doble tarea, etc.) podremos hacer que genere, por decir un número, 400 neuronas/día (12.000/mes), por lo que su “saldo neto” de neuronas a final de mes será -18.000 neuronas, casi la mitad de pérdida que en el primer caso. Esto hará que su deterioro cognitivo avance a un ritmo bastante menor y, por tanto, pueda ser independiente y funcional un mayor tiempo.
Los resultados que obtuvimos (ver Figuras 2-5) fueron muy positivos, dado que el sujeto obtuvo mejoras en todas las variables analizadas. En tres de las variables (fuerza de los brazos, flexibilidad isquiosural y movilidad de los hombros) las mejoras fueron sustanciales, mientras que en la prueba de equilibrio y movilidad y en el cuestionario de Calidad de Vida las mejoras sustanciales eran difíciles de lograr, ya que el sujeto partía de unos valores iniciales muy buenos. En cuanto a la fuerza de las piernas, cabe destacar que el Reformer-Torre “se le quedaba pequeño” al realizar el Footwork, habiendo necesitado una mayor carga de muelles de la que disponíamos. Asimismo, tras un seguimiento de 8 semanas todas las medidas de resultado, excepto la CdV, permanecieron por encima de los valores iniciales. Estos resultados, ya de por sí buenos en una persona sedentaria, son excelentes para un sujeto físicamente activo (300 minutos de ejercicio físico moderado a la semana desde hace 18 meses). Dado que se trata de un estudio de caso y, por tanto, resulta complicado realizar generalizaciones, sí puede servirnos para extraer de él determinada información que puede ser de utilidad a la hora de abordar un programa de Pilates en población parkinsoniana.
Así pues, el método Pilates podría ser una herramienta útil a la hora de mejorar determinadas variables de gran importancia en el mantenimiento de la funcionalidad y la independencia de adultos mayores con Parkinson, lo cual les reportaría beneficios no sólo a ellos, sino a su círculo familiar y social (menor “carga” afectivo-emocional, física y económica), así como a la sociedad en general, gracias a un menor uso de los recursos asistenciales, médicos, quirúrgicos, farmacológicos, etc.
Escrito por: Carlos Yáñez Campo.
Educador Físico Deportivo. Núm. Col.: 59845